martes, 10 de junio de 2014

10.000 Km

10.000 Km (2014)

Guión: Carlos Marqués-Marcet, Clara Roquet


La gran triunfadora del Festival de Málaga de este año, con cinco de los premios más importantes (Película, Dirección, Actriz, Guión novel y el de la Crítica), nos hace partícipes del deterioro que sufre la sólida relación de pareja entre Alex y Sergi cuando la primera decide aceptar un proyecto de un año que debe desarrollarse en Estados Unidos.

La distancia que les separa, a la cual hace referencia el título de la película, será un reto que pondrá a prueba tanto su relación, como los valores y sentimientos individuales de cada uno, haciendo aflorar también reproches, rencores y deseos que adormecían en la rutina impuesta por la convivencia en un piso de Barcelona.

Carlos Marqués Marcet debuta en el largo con esta historia de amor y lo cierto es que no lo podría haber hecho mejor. Con un guión también escrito por él en colaboración con Clara Roquet, sabe perfectamente lo que quiere contar y cómo quiere hacerlo. La película se inicia con un larguísimo plano secuencia, que si bien no es de gran dificultad a nivel técnico, sí lo es a nivel interpretativo y de puesta en escena, con la que el director nos plantea el conflicto de una manera excepcional y con unas evidentes metáforas físicas, que no por claras dejan de ser acertadas. Una vez establecido el conflicto, Marqués Marcet no duda en sacrificar la calidad de la imagen para dotar de verosimilitud y credibilidad a la película, mostrándonos prácticamente todas las conversaciones a través del ordenador de los personajes, con su retardo y sus cortes incluidos. La decisión es acertada y el montaje es suficientemente inteligente como para que el espectador no se agote de la fórmula a las primeras de cambio.

El guión es sencillamente bueno, aunque en ocasiones puede resultar repetitivo, pero ello es consecuencia más por la fórmula utilizada que por el contenido del propio guión. Sin embargo mantiene muy bien el ritmo. Y lo hace porque ambos intérpretes están magníficos, naturales y creíbles, aunque destaca más el papel de Natalia Tena, puesto que es el personaje que evoluciona de la pareja y el que tiene los momentos más dramáticos. Todo ello sin quitarle mérito a David Verdaguer que no lo hace nada mal. Por lo que leí en los créditos intuyo que muchas de las frases que dicen los personajes son producto de la improvisación o de la sugerencia de los propios actores. Esa frescura se agradece muchísimo y da empaque a la cinta.

Entrando un poco más en lo que es la historia en sí, todos hemos pasado por algo parecido: una relación a distancia, o simplemente distanciarte de tu pareja aunque la tengas al lado. Esos 10.000 km no tienen porqué ser tanto. La alienación, la aparición de nuevos intereses, la rutina, las dudas, los celos, el sacrificio, son términos con los que toda pareja está familiarizado, y con los que convivimos diariamente para mantener una relación a flote. La película no deja de ser una radiografía actual de las relaciones, en las que intervienen las nuevas tecnologías, de acuerdo, pero que encierran exactamente los mismos conflictos de siempre. En el caso de Alex y Sergi, es ella quién sufre la transformación, mientras que él no evoluciona nada, mantiene los mismos objetivos y los mismos valores que en el momento de la separación, mientras que el cambio de Alex es mucho más evidente a medida que se adentra en un proyecto personal que nada tiene que ver con Sergi. Evidentemente en la distancia es mucho más difícil participar de los intereses de tu pareja, pero insisto, como metáfora no funciona nada mal.

Es una película agridulce, que emociona y en la que no es difícil sentirse identificado con cualquiera de los dos personajes. Quizá el mérito más grande de la misma es que en ningún momento cae en el sentimentalismo barato ni en la ñoñería, y que el conflicto que plantea es universal. ¿Queremos seguir juntos?

La pena es que no ha funcionado bien en taquilla y ha recaudado menos de 130.000 euros para un presupuesto previsto de 448.000 con lo que todo parece indicar que perderán pasta. Que bazofias como Torrente 4 tengan más éxito que estas pequeñas joyas hace pensar en lo mucho que tiene que cambiar todavía el espectador español que no termina de dar suficientes oportunidades a este tipo de productos inteligentes, empáticos, emocionantes y comprometidos.